miércoles, junio 24, 2009

Hoy me pregunté por qué me empecino en elaborar preguntas; eso me pasa todo el tiempo. Repaso varios capitulos de mi vida y, vuelvo a lo mismo, me pregunto si toda la gente piensa de una manera similar. Cada quien tiene sus vicios ocultos. Hace tiempo, no podía conciliar el sueño sino me lavaba las manos antes de ir a la cama, no sé cuando desapareció ese fetiche. Últimamente me persiguen los acéntos, nunca he sido de ortografía buena, pero ahora me ha dado por deletrear cada letra que escribo y tratar de recordar las reglas para acéntuar. Igual no lo hago bien, porque tengo una lógica de suputamadre, que regularmente me lleva a tomar decisiones equivocadas.

A veces siento que cada día enloquezco un poco más. Vuelvo a leer las líenas escritas. La cagué, me precipité, me fui muy rápido, de repente se me bloqueó la mente y cuando reaccioné, dos días después, supé había roto mi esquema.

Este puñetas que está a mi lado, debe de estar más loco, tendrá unos cuarenta años y de su portafolio cuelgan dos llaveros de patricio estrella y uno de bob esponja. Los taxis no dejan de pasar. El cristal templado que me separa del exterior disimula la intensidad de los rayos del sol. Detesto quemarme, detesto la luz que se cuela directa; me gustan las sobras y los rayos escuálidos.

No me gusta el calor, tampoco el agua fría; menos las playas en días soleados... Recuerdo esa playa de California en invierno, era hermosa.

Escucho the pink panther de Mancini, puedo traer a mi mente la imagen de la sinfónica interpretándola y siento como se semiparaliza mi ojo izquierdo hasta la punta de los dedos de mi mano... y no puedo entender cómo es que en situaciones recientes, no haya sentido algo parecido.

Probablemente deba dedicar más tiempo a ver.

Comienzo a escribir ocasionalmente, lo mismo de siempre, lo que veo. Ya pronto iniciaré los cuentos.

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