viernes, julio 31, 2009

sin tiempo definido



Fotos de memorias


1.La vista desde el departamento en la ciudad magnolia.. magnoliafive


2.Un tradicional 12 de diciembre en casa de los Ramírez


3.Altar perdido en San Cristóbal de las Casas


4.La Luz que cubrió al malabarista

domingo, julio 05, 2009

Por qué antes era más sencillo hacerlo

Reviso uno de mis cuadernos de la universidad; no sé en qué momento me dejaron de gustar las libretas de espiral, de tal forma que me hice fan de esos cuadernos cosidos, tipo francés. De repente tenía la manía de comenzar a escribir de la última página. Entre las líneas de los apuntes solía escribir, parecía que era sencillo, entre las líneas de ética especializadas en sedimentación y tradición, hay otras líneas azules...

Diatesis mórbida de mis extremidades entumidas. Quisiera permanecer en la esfera. Ayer fui al centro, la idea era ir al cine, pasé por Juan al ayuntamiento, pero no lo dejaban salir; su jefa, mujer obesa, quizá mal cogida, gritaba, no paraba de gritar, en tanto que yo, del lado de la recepción pensaba en lo que no quiero hacer de mi vida y lo difícil que sería hacer lo que quiero, justamente, evitar caer en esa rutina.
Minutos después, cuando uno de los empleados cerró la oficina, terminé por desesperarme. Intenté dormir un poco, era agradable el frío del aire acondicionado. Otra mujer que había estado escribiendo sin parar, desde que llegué, se acercó a la puerta para salir a tomar aire, yo aproveché para irme. Sólo le envié un mensaje a Juan para decirle que estaría en samborn´s ojeando revistas.

El contacto con el aire caliente, del exterior

sábado, julio 04, 2009

Justo en ese momento pude entender cual era la clave. El sexo como la mayoría de la cosas de dos, es una lucha de poder. Sino entiendes, sino conoces las debilidades de tu enemigo, es sumamente complejo que puedas con él, eso es totalmente lógico.

Como en las tácticas de guerra, ahora entendía que no conocía sus debilidades, que por eso había huido, qué más podría hacer. Incierto. Desconcertante. Se retiró sin saber nada de él.

Un simple beso en el cuello habría bastando.

Ahora entendía que, en todas esas horas, no lograba alinear sus defensas. Había acabado por completo con su ataque, probable que esperara la revancha.

No supo como devolver ese placer, no pudo mover una pieza.
Había perdido.

jueves, julio 02, 2009

Sol, cerros y zarzamoras



El día comienza con el resplandor del amanecer; la luz de los rayos del sol se cuelan entre los nubarrones que lo cubren. Todo el campo, aún, está lleno de rocío.

Los trabajadores empiezan a llegar a las seis y media de la mañana. Los primeros en iniciar el trabajo son los cajeros, encargados de cubrir las mesas de la galera con cajas de cartón especiales para empacar la fruta; cada caja contiene otras de plástico, más pequeñas. Los cortadores se preparan, buscan sus cubetas y cubren sus manos con guantes, para evitar lastimarse con las espinas de la planta. Cada uno toma una caja y amarra una pequeña cubeta a su cintura, caminan rumbo a los surcos y así inicia el día de corte en las huertas de zarzamora.

Con botas de hule, sudaderas, gorras, guantes, caja y cubeta, comienza el recorrido entre los surcos de 50 metros. El trabajo consiste en pizcar la fruta, sólo las negras y consistentes van al empaque, aquellas que exceden el punto de maduración o que han sido golpeadas por el viento y debido esto se han reventado, es decir, las que no cumplen con los requerimientos de empaque, van a la cubeta de proceso

A lo lejos, se logra escuchar el eco de las voces que gritan: ¡caja, caja, caja, cajero!, para anunciar que se ha llenado la caja que los cortadores llevan consigo, en espera de que el cajero les lleve una nueva para ser llenada. Las voces reverberan, lo mismo que la música que escapa de los altavoces de los celulares y las pláticas de los cortadores. Aquí no hay extraños, todos se conocen, todos saben sus historias, todos son el mismo pueblo.

Dos horas y media después de haber iniciado la pizca, el mayordomo de la huerta llama a la gente, es la hora del almuerzo. El olor a tortillas, frijoles, carne, papas con chorizo, rajas y huevo se respira; dieciocho personas están sentadas y cinco calientan la comida. Son cuarenta los minutos de plática, risas y comida; éste es un mundo paralelo al de los edificios, el humo de los coches y los ruidos de la calle.

Las siguientes siete horas transcurrirán con la vista fija entre el verdor de la planta y las gotas negras, marrones y rojas de la fruta que en ella crece. Cubriéndose del sol y tratando de cuidar que las espinas no se entierren en los dedos, hombres, mujeres y niños encuentran una fuente de ingresos.

El cultivo de zarzamora en México comenzó hace diez años, cuando después de realizar los estudios de suelo, empresas chilenas confirmaron la rentabilidad de cultivar, por dos razones fundamentales: las condiciones climatológicas y la mano de obra barata.

Con la llegada de los chilenos a la región se dio el boom del cultivo de zarzamoras, años más tarde se establecieron empresas norteamericanas, a la vez que los agricultores de la región se aventuraron en el cultivo de este fruto.

En sus inicios, el cultivo de zarzamoras significó el auge económico para los primeros productores locales que se involucraron con la siembra de dicho cultivo. Hoy, una década después las zarzamoras siguen siendo un factor determinante en los ingresos económicos de muchas familias.

Mujeres y niños, encontraron una actividad para hacerse de unos pesos; después de siete horas de sol, ganan $140.00; si se está en temporada de producción, $25.00 más compensan las horas extras, mientras que los días “buenos” dejan hasta $240. 00 pesos.

Son las dos de la tarde y huele al humo que se escapa de los incendios en el cerro; esta es la hora en que termina un día habitual de pizca. La gente comienza a llegar a la galera, toman agua, la música de los celulares se mezcla con las voces. Comienzan a subir a las camionetas: dos o tres viajan en la cabina, los demás se amontonan en la batea. Inicia el viaje de regreso al pueblo, minutos más tarde todos serán dejados en la plaza. Algunos se irán a su casa presurosos, otros a casa de algún familiar para recoger a sus hijos, y unos más se quedarán en la tienda del centro tomando cerveza y jugando baraja. Mañana será igual que hoy, aquí, en el lugar donde no transcurre el tiempo.

miércoles, julio 01, 2009

Entre dimes y tafiles


Escribí, compuse unas fotos. Saqué mis colores, regalo de mi mamá por exigencia mía, tomé un tafil, comencé a pintar, y en consecuencia me siento muy bien.
Ayer me regañaron, que por qué pregunto tanto, que caigo en necedades, que hay cosas que solo suceden y ya ¿por qué es tan malo querer entenderlo todo?