domingo, noviembre 07, 2010

Año bisiesto de Michael Rowe.




Mi historia con Año Bisiesto comenzó sin que yo lo supiera. Un domingo, como acostumbo a hacerlo, compré El Universal, y el Día Siete tenía en portada al director de dicha película. Leí toda su historia, y he de admitir que presté más atención a ésta que a la razón por la cual ése hombre tenía ese espacio especial en la revista.

Cuando en la pantalla apareció la escena en el súper mercado, lo último en lo cual pensé fue en que toda la película se desarrollaría en un departamento. En el primer shot de imagenes, esperé y esperé a que el chico del súper en algún momento tuviera algo que ver con la protagonista, pero simplemente no pasó nada.

Conforme comienzan a transcurrir las escenas, la sensación de entrar a un laberinto es recurrente. Poco a poco, aún a aquellos que se jacten de que la película es mala, quedan impresionados por algo que ven reflejado en una fracción de segundo.

Año Bisiesto, nos lleva de la mano, sin pausas, ni prisas, hasta las profundidades de la soledad; retrata cuadro a cuadro algunos de los aspectos más obscuros que guardan para su intimidad, aquellas personas que pasan desapercividas a nuestro lado.

La película es lenta, sí, hasta cierto punto podría decirse que sí, sin embargo, la intensidad de la historia que se cuenta requiere que sea de esa forma, porque no se habla de una historia de acción, sino de una mirada hacia el interior de la vida de un ser humano, que vivía sin vivir, a paso lento, sin la mirada hacia un lugar a donde llegar. Los días comienzan a transcurrir más rápido conforme Arturo comienza a invoucrarse más con Laura, conforme ella se establece un objetivo.

Por otra parte, el personaje del hermano como único puente entre el mundo de Laura y la realidad, hace un revelado nítido de cómo muchas personas siguen viviendo por los demás más que por ellos.

De las escenas de sexo, creo muchos nos dejamos llevar más por el morbo y a final de cuentas esa nota del sadomasoquismo no es más que un recurso más para dibujar a Laura y a su soledad.

Año bisiesto de Michael Rowe, nos regala una perspectiva diferente del vacío humano, capaz de permanecer en la mente del espectador (tanto del que queda conforme, como el inconforme)semadas después de haber visto el filme. Vale la pena voltear a ver el mundo, al pararse de cabeza, no todo tiene que transcurrir en forma lineal.

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